Friday, March 02, 2007

El escritor es el duelista que nunca acude a la hora prevista,
que recoge el insulto como una curiosidad más,
lo pone sobre su mesa y sólo entonces lo combate, A SOLAS.

Algunos llaman a eso ddebilidad. Yo lo llamo aplazamiento.
Lo que en un hombre es debilidad, en un artista es la gloria, su rasgo característico.
Lo que vierto en las conversaciones, en mis actos, raramente lo recupero en la escritura.
Lo que se retiene, lo que se guarda, es lo que luego explota en la soledad propicia.
Por eso el artista es la persona más solitaria del mundo : porque vive, se esfuerza, lucha, muere y resucita a solas,
SIEMPRE A SOLAS.



ANAIS NIN " Diarios "

QUES Y DONDES

Se asoma a la barandilla que rodea su corazón y no ve nada, pero en su cara siente la respiración fría del abismo y escucha lejos, muy lejos un estruendo. Latido, estruendo, latido, estruendo, latido...Y el estruendo entre los latidos parece un tronco sobre dos piedras y luego otro tronco y luego otro y otro para cruzar...Y ahí se detiene porque no puede imaginar qué quiere cruzar ni adónde quiere llegar. Mientras piensa qué y dónde, tantea los papeles que lleva en los bolsillos. La historia de su corazón. lo que no está en esos papeles ya no existe. Lo olvidó. Apenas lo recuerda. Lo olvidará. Saca un papel y con él hace un avión. Como todavía no se le ha ocurrido ninguna respuesta, enciende una cerilla y la acerca al ala derecha. Aprovecha el impulso de un latido para mandar el avión en llamas al abismo. Emborrona la oscuridad un trazo de humo. Saca otro papel, hace una bola y la prende. La tira y su caída dibuja un nuevo trazo. Va lanzando sus pasiones en aviones y bolas de fuego a la nada de donde salieron. Cuando arroja la última, lee antes de que se haga de nuevo de noche: SOLA A TODAS LUCES. Y durante ese instante sabe lo que ha sabido siempre. Luego se da la vuelta y, con los bolsillos vacíos, se dirige al centro del corazón en busca de nuevos qués y nuevos dóndes.


NURIA BARRIOS, El Zoo Sentimental.

Wednesday, February 21, 2007

" ... QUÉ EXTRAÑO TE PARECERÁ TODO LO QUE HA PASADO CUANDO YA NO ESTÉ.

CUANDO YA NO TENGAS MI HOMBRO BAJO TU CUELLO ,

MI CORAZÓN PARA QUE REPOSES ,

O MI MIRADA JUNTO A LA TUYA.

PORQUE TENDRÉ QUE IRME , MUY LEJOS , ALGÚN DÍA ,

PUES TENGO QUE MOSTRAR MI VIDA A OTROS : ES MI DEBER

AUNQUE SEA TAN POCO APETECIBLE ... ALMA QUERIDA ... "

Tuesday, February 20, 2007

LA OTRA VENECIA

Por Arturo Pérez-Reverte


Nunca antes me había fijado en la cantidad de parejas homosexuales que se ven paseando por Venecia. Los encuentras caminado por los puentes, a la orilla de los canales, cenando en los pequeños restaurantes del casco viejo. No suele tratarse de dúos espectaculares, sino todo lo contrario: gente discreta, tranquila, a menudo con aspecto educado. Mirando a los demás aprendes cantidad de cosas, y en el caso de estas parejas siempre me encanta sorprender sus gestos comedidos de confianza o afecto, el reparto convencional de roles que suele darse entre uno y otro, la ternura contenida que a menudo sientes flotar entre ellos, en su inmovilidad, en sus silencios.

Pensaba en todo eso el otro día, a bordo del vaporetto que cubre el trayecto de San Marcos al Lido. Sobre la laguna soplaba un viento helado, los pasajeros íbamos encogidos de frío, y en un banco de la embarcación había una pareja, hombre y hombre, cuarentones, tranquilos. Se sentaban muy juntos, apoyado discretamente un hombro en el del compañero, en un intento de darse calor. Iban quietos y callados, mirando el agua verdegris y el cielo color ceniza. Y en un momento determinado, cuando el barco hizo un movimiento y la luz y la gama de grises del paisaje se combinaron de pronto con extraordinaria belleza, los ví cambiar una sonrisa rápida, fugaz, parecida a un beso o una caricia.

Parecían felices. Dos tipos con suerte, pensé. Aunque sea dentro de lo que cabe. Porque viéndolos allí, en aquella tarde glacial, a bordo del vaporetto que los llevaba a través de la laguna de esa ciudad cosmopolita, tolerante y sabia, pensé cuántas horas amargas no estarían siendo vengadas en ese momento por aquella sonrisa. Largas adoslescencias dando vueltas por los parques o los cines para descubrir el sexo, mientras otros jóvenes se enamoraban, escribían poemas o bailaban abrazados en las fiestas del Instituto. Noches de echarse a la calle soñando con un príncipe azul de la misma edad, para volver de madrugada, hechos una mierda, llenos de asco y de soledad. La imposibilidad de decirle a un hombre que tiene los ojos bonitos, o una hermosa voz, porque, en vez de dar las gracias o sonreír, lo más probable es que le parta a uno la cara. Y cuando apetece salir, conocer, hablar, enamorarse o lo que sea, en vez de un café o un bar, verse condenado de por vida a los locales de ambiente, las madrugadas entre cuerpos Danone empastillados, reinonas escandalosas y drag queens de vía estrecha. Salvo que alguno -muchos- lo tenga mal asumido y se autoconfine a la alternativa cutre de la sauna, la sala X, la revista de contactos y la sordidez del urinario público.

A veces pienso en lo afortunado, o lo sólido, o lo entero, que debe de ser un homosexual que consigue llegar a los cuarenta sin odiar desaforadamente a esta sociedad hipócrita, obsesionada por averiguar, juzgar y condenar con quién se mete, o no se mete, en la cama. Envidio la ecuanimidad, la sangre fría, de quien puede mantenerse sereno y seguir viviendo como si tal cosa, sin rencor, a lo suyo, en vez de echarse a la calle a volarle los huevos a la gente que por activa o por pasiva ha destrozado su vida, y sigue destrozando la de los chicos de catorce o quince años que a diario, todavía hoy, siguen teniéndolo igual que él lo tuvo: las mismas angustias, los mismos chistes de maricones en la tele, el mismo desprecio alrededor, la misma soledad y la misma amargura. Envidio la lucidez y la calma de quienes, a pesar de todo, se mantienen fieles a sí mismos, sin estridencias pero también sin complejos, seres humanos por encima de todo. Gente que en tiempos como éstos, cuando todo el mundo, partidos, comunidades, grupos sociales, reivindica sus correspondientes deudas históricas, podría argumentar, con más derecho que muchos, la deuda impagada de tantos años de adolescencia perdidos, tantos golpes y vejaciones sufridas sin haber cometido jamás delito alguno, tanta rechifla y tanta afrenta grosera infligida por gentuza que, no ya en lo intelectual, sino en lo puramente humano, se encuentra a un nivel abyecto, muy por debajo del suyo. Pensaba en todo eso mientras el barquito cruzaba la laguna y la pareja se mantenía inmóvil, el uno contra el otro, hombro con hombro. Y antes de volver a lo mío y olvidarlos, me pregunté cuantos fantasmas atormentados, cuántas infelices almas errantes no habrían dado cualquier cosa, incluso la vida, por estar en su lugar. Por estar allí, en Venecia, dándose calor en aquella fría tarde de sus vidas.

EL POETA PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA

Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena, pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.


Federico García Lorca " Sonetos del amor oscuro "
" Mi vida ha sido un prolongado ESFUERZO , una lucha hérculea para levantarme y sobresalir en todo, para hacer de mí un gran caracter, para crear, perfeccionar y desarrollar ; una desesperada y angustiosa ascensión para borrar y destruir la obsesiva desconfianza en mi propia valía. Siempre apuntando más alto, acumulando amores que compensaran el terror y la conmoción inicial de mi primera pérdida. Amores, libros, creaciones, ascensiones; Frenética.
Siempre intentando logros mayores, más profundos, estableciendo ideales, imágenes, apartando a la mujer de ayer para perseguir una nueva imagen. "


ANAIS NÏN , Diarios

NO TE SALVES

No te quedes inmóvil
al borde del camino
No congeles el júbilo
No quieras con desgana
No te salves ahora
ni nunca

No te salves
No reserves del mundo
sólo un ricón tranquilo
No dejes caer los párpados
pesados como juicios
No te quedes sin labios
No te duermas sin sueño
No te pienses sin sangre
No te juzgues sin tiempo

Pero si
Pese a todo
No puedes evitarlo
Y congelas el júbilo
Y quieres con desgana
Y te salvas ahora
Y te llenas de calma
Y reservas del mundo
Sólo un rincón tranquilo...
Y dejas caer los párpados
pesados como juicios
Y te secas sin labios
Y te duermes sin sueños
Y te piensas sin sangre
Y te juzgas sin tiempo
Y te quedas inmóvil
al borde del camino
Y te salvas
Entonces
No te quedes conmigo.

MARIO BENEDETTI